lunes, 22 de septiembre de 2008

Historias de vida: Central do Brasil


Es difícil negarle una mínima ayuda a alguien, aunque comprometerse de lleno en su causa son palabras mayores. Pero hay casos, en los que uno tiene poco que perder y mucho que ganar. Así como Dora, quien lo dejó todo y fue en busca del padre de Josué, quien finalmente jamás apareció.

A veces nos perdemos, pero siempre encontramos el camino de regreso a casa. Ese que nos guía hacia donde verdaderamente correspondemos. Ese sentimiento de pertenencia, es lo que se va creando al cabo de tantos momentos compartidos, ya sean favorables o adversos. Así es como fue posible que Josué y Dora pasen por diferentes tipos de vínculos: desde conocidos (que no se caían bien), pasando por amigos, hasta por último, convertirse en mejores amigos.

El no olvidar, el recordar por siempre, son cosas que sólo en las películas pasan. Lo que nos queda denuestros allegados es aquello que ellos dejaron en nosotros, esa parte suya que cada día aparece en nosotros. En cada pensamiento o acción nuestra dejamos entrever (mayormente de manera inconsciente) el amplio abanico de características que fuimos adoptando de los demás, de las cuales nos apropiamos. Por eso, no se preocupen por que Josué recuerde a Dora. Es seguro que lo hará.

Ha de no ser fácil, pero la vida debe continuar. A pesar de ser tan impredecible, de las incertidumbres, de las grandes dudas, la vida se mueve en un solo sentido. Vivir es en parte intuitivo, pero no lineal. Es más bien progresivo. Vivimos hoy como ya mañana no viviremos, ya en algo habremos cambiado, ya no seremos los mismos. Alguien o algo nos habrá cambiado como para ser distintos. Pero desde ya, en contadas ocasiones será en proporciones tan grandes como la que aconteció entre las vidas de Dora y Josué. El modo de ver la vida de cada uno cambia brutalmente en cuestión de días. Se puede perder todo en un segundo y al mismo tiempo ganar todo en un segundo. Nos encontramos ante una paradoja que ambos de ellos tuvieron que afrontar. Primero él, seguidamente ella.

Despedidas y llantos, como es característico del género, le darán un toque melancólico al final. El cual luego de decenas de desventuras, culminará con dos personas por completo cambiadas, con dos seres que crecieron, sufrieron, padecieron, aprendieron, en fin, vivieron.

Hallar su camino es la tarea de cada uno, transitar el propio es cosa de todos. Como auténticos caminantes que somos, ya demos lugar a nuestro nuevo ser.

Dora, Josué, ya no sólo yo los recuerdo.

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